mesoamerica10@yahoo.com.mx
La pretensión de este escrito es reflexionar sobre el significado de la comunicación y el poder, la toma de decisiones y los efectos que estos procesos tienen en el individuo y entre las relaciones que los sujetos van construyendo cotidianamente en los respectivos sistemas en que se encuentran. Aquí se explica y reflexiona sobre el modelo vertical del proceso de comunicación que se liga con un enfoque conductista y que se relaciona con un ejercicio enajenador del poder a través de la centralización de las decisiones y sus efectos en el sistema y sus protagonistas.
¿Qué es comunicación? Hay tantas respuestas a esta pregunta como actitudes y conductas que puede asumir el ser humano ante el mundo social, natural y ante si mismo.
Desde el enfoque conductista, la comunicación se puede entender como el conjunto de procedimientos mediante los cuales una mente puede afectar a otra. (Borden y Stone 1982: 73).
El conjunto de procedimientos implica el manejo de información, mensajes, estímulos, decisiones acciones y reacciones que se dan entre los sujetos interactuantes involucrados en el proceso comunicativo para afectarse e influirse mutuamente consciente o inconscientemente.
El concepto de poder que se encuentra ligado con esta definición de comunicación manejado por Amigot citando a Foucoult (2005:120) se refiere al “… conjunto de acciones sobre acciones posibles: opera sobre el campo de posibilidad en el que se inscribe el comportamiento de los sujetos que actúan…: incita, induce, detiene, facilita, o dificulta, amplía o limita, hace que algo sea mas o menos probable; en el limite, restringe o impide absolutamente”
Dennis H. Wrong, (1995:2) citado por Vesna Terselic, lo define como “la capacidad de una persona para producir determinados efectos, buscados o previstos, en otras personas".
Parece obvio que para ejercer el poder desde el sentido de persuadir, convencer, manejar y dirigir para producir determinados efectos previstos, es necesaria la comunicación, sin ella es imposible el ejercicio del poder sobre los demás.
Para quienes implícita o explícitamente asumen estas concepciones desde una posición comunicacional conductista del ejercicio del poder, favorecidos por las posiciones que ocupan en las estructuras objetivas (sociales, institucionales, organizativas, educativas, etc), y que legitiman estas formas de comunicarse y ejercitar el poder con la aceptación de los sujetos subordinados, tienen privilegios para tomar decisiones sobre los demás, “los demás”, en este caso solo juegan el papel de subordinados que deben de asumir su papel de “escuchas” ante quien ejerce el poder de una manera conductual y centralista, donde las decisiones no deben ser puestas en duda, mucho menos cuestionadas o criticadas, porque esto es un claro signo de “insubordinación” y de atentado al orden establecido, y quien atenta al orden establecido dentro del sistema, es castigado o acallado mediante medidas represivas, ignorado o sacado fuera de dicho sistema por distintos medios legales e ilegales. El “escucha” o subordinado debe aprender a callar, a no pensar, a no expresar libremente sus opiniones, y sí ser un ejecutor eficiente de lo ya decidido, un buen “hacedor de tareas”, eficiente, disciplinado, organizado y generador de productos que deben ser necesarios para mantener el sistema, no para cambiarlo, no para mejorarlo porque esto último atentaría fundamentalmente a las formas de comunicación y ejercicio del poder, y a las maneras de tomar decisiones que ya han sido establecidas implícitamente para que el sistema se mantenga. El “Copela o cuello” en este sistema de comunicación conductual implica premios o castigos y el ejercicio centralista del poder implica la subordinación y adaptación a las autoridades jerárquicas y la aceptación de las decisiones, acciones y tareas prefijadas desde el nivel mas alto de autoridad, a los niveles intermedios y bajos.
Se puede inferir la conducta del que ejerce el poder de manera centralista en las características siguientes:
Actitud obsesiva por el control de las conductas de sus suobordinados, poniendo especial cuidado en aquellas conductas que puedan implicar indisciplinas, desacuerdos con las tareas fijadas, no cumplimiento con las tareas fijadas, emitir opiniones que contravengan lo ya decidido, excesivos controles no sobre la calidad de lo que se hace, sino de cuanto se hace, excesivo control de los subordinados y no sobre los procesos y resultados de los trabajos, hay una atención mas en las formas que en los fondos de lo que se hace. Hacen como que “escuchan”, pero solo se están escuchando así mismos. Piensan que cuidan los intereses institucionales o de la organización, lo cual lo hacen a medias, debido a que sus percepciones personales están cargadas de subjetividad, porque no tienen una visión consciente, global y profunda de cómo se está moviendo el sistema, o su conocimiento es fragmentado y desarticulado, lo que no les permite visualizar la importancia real del recurso humano como componente fundamental de dicho sistema. El recurso humano es desechable cuando se considera que afecta o no es útil para la preservación del sistema.
Con respecto a las conductas de los “subordinados”, sobre los cuales se ejerce la comunicación conductista y el poder de las decisiones centralistas, se pueden notar las características siguientes:
Aprenden a “escuchar” a estar “atentos” a los comunicados y decisiones de quien detenta el poder de una manera centralista, aprenden a guardar un “respetuoso silencio” cuando el detentador del poder y de las decisiones “habla”, se autolimitan en su poder de reflexionar y pensar por si mismos porque consideran consciente o inconscientemente que esto no tiene sentido “dentro del sistema en que se encuentran”, cuestionarse, preguntarse y proponer es un asunto muy delicado y riesgoso. “Escuchar”, “atender”, “asumir” y actuar en consecuencia a los comunicados y a las decisiones tomadas de manera centralista es lo mas “sano”.
Viviendo bajo este clima enrarecido de relaciones enajenantes donde existen pocos enajenadores y varios enajenados, todo parece “normal”, y los mas importante es parecer ante los ojos de los demás como “normal”, el clima de enajenación coarta la libertad del ser humano para ser el mismo, para desarrollar sus potencialidades y cultivar sus facultades espirituales, intelectuales, afectivas y físicas de una manera armónica, justa y equilibrada. Enajenador y enajenado desarrollan un círculo invisible de autodestrucción sutil, de vicios –que se dificulta ser vistos desde adentro del sistema- que pueden llevar al colapso tanto de los sujetos como del sistema mismo en el mediano y largo plazo.
La comunicación conductista centralista y enajenante, es un modo vertical de ejercer comunicados y decisiones sobre los demás, donde los “demás” se acomodan, se amoldan y sobreviven ejerciendo su capacidad plástica de acomodamiento, porque de otro modo pueden pasar a la calidad de “desechables”, como las bolsas y envases plásticos que se utilizan, se desechan y degradan nuestro entorno natural, para el caso de enajenadores y enajenados, estos en algún grado y modo construyen un entorno social, laboral y familiar no muy saludable. .
Es pertinente aclarar que los sistemas sean estos políticos, económicos, familiares, educativos, empresariales o de cualquier tipo, se mueven, son dinámicos y dialécticos en el sentido de que prevalecen en dichos sistemas una serie de contradicciones que los impulsan a transformarse, a cambiar y que dichos cambios pueden ser con la finalidad de mejorar positivamente o bien para esclerotizarse, es decir para mantenerse petrificados, rígidos e inelásticos, lo que se expresa en su escasa capacidad de adaptación al entorno reinante, en su inestabilidad y fragmentación interna ante los conflictos internos y los embates del exterior.
Bajo este modelo de comunicar y ejercer el poder, es obvio que hay una pérdida enorme de las capacidades de los individuos, al limitarse su capacidad de reflexión, de participación y de decisión para transformarse a si mismos y al sistema en que se mueven. Cada sujeto es un ser potencial lleno de creatividad, de entusiasmo, de entrega, de ideas innovadoras, de facultades afectivas, intelectuales, espirituales y físicas que son desaprovechadas, por actitudes y conductas que se vuelven rígidas, inflexibles e inadecuadas para un cambio positivo.
Falta comentar como idea final, que así como uno o más sujetos ejercen un poder enajenador sobre muchos sujetos, un grupo de sujetos o muchos sujetos pueden ejercer un poder enajenador sobre un individuo, coartándole su poder de creatividad y de acción, cuando estas –acciones y creatividad- atentan en contra del sistema establecido al cual el grupo se ha acomodado.
FUENTES CITADAS
Amigot Leache P. 2005. Relaciones de poder, espacio subjetivo y practicas de libertad: análisis genealógico de un proceso de transformación de género. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Psicología, Facultad de Psicología. 541 pp. Barcelona, España Descargada de http://www.4shared.com/file/16170093/cf375297/36787.html?cau2=403tNull 29 de noviembre de 2007
Borden G. A. y Stone J. D. 1982. La comunicación humana: el proceso de interrelación. Editorial “El Ateneo”. Buenos Aires, Argentina. 274 pp.
Orissa conference on Nonviolence and Social Empowermen., Vesna Terselic (traducido por Alfonso Herranz) 2001. http://www.wri-irg.org/nonviolence/nvse01-es.htm#Wrong,_Dennis_H#Wrong,_Dennis_H accesado el día 4 de agosto de 2006